La Biblia no dice mucho sobre las hormigas (en latín, formica). El libro de Proverbios se refiere a ellas como trabajadoras y prudentes (Pr 6:6-8), aunque débiles por sí mismas (Pr 30:25).
La unidad en el Antiguo Testamento
En tiempos de Josué, quien toma el relevo de Moisés, la tierra prometida fue conquistada y repartida entre las doce tribus. En esta época la unidad del pueblo era todavía permanente.
En los tiempos de los jueces, las tribus ya no se ponían de acuerdo entre sí, entablando batallas por su propia cuenta. Cada tribu iba por libre (Jue 21:25).
Durante la época de Samuel y los libros de los Reyes, el pueblo hebreo reclamó un rey, ¡qué insensatos! Teniendo a Dios como Rey de Reyes, prefirieron un rey humano. ¡Querían parecerse al resto de las naciones, cuando el propósito de Dios para su pueblo es que fueran diferentes al resto! Es el tiempo donde Samuel (el último juez y primer profeta de Israel) ungió como primer rey de Israel a Saúl. Luego vinieron otros reyes como David y Salomón, pero el corazón dividido de éste último condujo también a la división del reino (el norte para Israel y el sur para Judá).
Durante la etapa de Esdras y Nehemías, la división –y por tanto la debilidad– del reino permitió que otros imperios como el Asirio y el Babilónico destruyeran tanto Israel como Judá, mediante cautividades y deportaciones.
La unidad en el Nuevo Testamento
La unidad perdida
Hormigas y creyentes